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  • Carlos Placitelli

EXPLORANDO LAS PLANTAS CIRCULARES.

La planta circular, acompaña las realizaciones arquitectónicas humanas desde el comienzo de la Humanidad.


Desde las chozas africanas, pasando por los castros de Europa, las yurtas de los mogoles hasta modernas torres y edificios, esta forma es intuitiva y está profundamente ligada a nuestra visión del mundo.


En un artículo anterior, cité una ventaja importante de la forma circular, desde el punto de vista bioclimático: la menor área posible de envolvente para una superficie dada. Sin embargo, esta puede perderse si la planta no conserva la forma pura, sea por razones de materialidad, estética o distribución espacial.


Dije también, que resulta difícil obtener una buena administración del espacio interior, aunque esto depende mucho de cada proyecto.


Las líneas circulares, permiten sin embargo, obtener espacios muy agradables, con orgánicas y una buena acústica (es una forma muy usada en espacios públicos destinados a espectáculos).


Fascinados por el desafío, fue que encaramos junto a unos clientes con mucho entusiasmo un diseño de planta redonda, aunque alterada por la presencia de gajos: el proyecto 143.


Como musa inspiradora, aunque muy lejos del proyecto en cuestión, está la Casa Volsky (1964), obra del arquitecto norteamericano Charles Haertling, un pionero de la arquitectura orgánica en los Estados Unidos. Pero tanto el tamaño de la misma, su ubicación y su tamaño, bastante mayor a la que requiere el proyecto 143, marcaron de inmediato muchas diferencias y un carácter muy propio.


Proyecto de C Haertling (1964)

La casa en cuestión, tiene unos 140 m2 y consta de cuatro dormitorios, tres baños, lavadero, cocina estar comedor. Se ubica en una zona rural de la Provincia de Buenos Aires, con un clima riguroso, inviernos muy fríos y secos y veranos cortos pero calurosos.


Dicho clima, indica la conveniencia de maximizar la captación solar pasiva durante los meses del largo invierno, que se adentra bien en el otoño y la primavera.


Sin embargo, la experiencia recogida con otras construcciones de la zona, desaconseja el uso de un invernáculo adosado y en cambio, alcanza con presentar al Norte vidrierías verticales generosas.


Es por eso que tanto la cocina como la zona de actividades (o Estar) disponen de amplias ventanas. La forma circular maximiza el rendimiento solar, pues la incidencia de los rayos sobre los vidrios es tal que los mismos siempre penetran al interior.


Por otro lado, los aleros, sin ser demasiado generosos, aseguran que durante los meses cálidos, la luz solar no entre por ellas.


Es importante mencionar que la ubicación del lavadero fue solicitada por los dueños y que el autor hubiera preferido en cambio ubicar todos los dormitorios algo más al Norte para darles más chance de recibir sol.


Los dormitorios, ya que los mencionamos, presentan situaciones diferentes. Uno de ellos, tiene orientación Oeste, lo cual le da posibilidades de captar algo de sol en invierno, pero lo ubica en una posición muy desfavorable en el verano, que será necesario neutralizar con protecciones verticales.


El resto, no recibirán sol en ningún momento del año. La necesidad de buscar soluciones a este problema, llevó a plantear dos niveles diferentes: el área de dormitorios (zona Sur) y el resto de la casa (Zona Norte). Este mismo desnivel en el techo permitirá el uso de ventanas que traten de captar algo de sol durante los fríos meses invernales, aunque no estoy seguro de la eficiencia del resultado.

Una nota importante es la entrada principal por el Noroeste, con un zaguán, área adecuada para un cambio de calzado o de ropa y para evitar la entra de viento fuerte, tan frecuente en la zona.


Otro elemento a resaltar es la ubicación central de la estufa, que permite un máximo de aprovechamiento del calor y la pequeñísima área destinada a circulación. Es una planta que aprovecha un altísimo porcentaje de la superficie habitable.


Las paredes interiores, salvo en el corredor de circulación, son todas rectas y sus ejes apuntan hacia el centro de la casa. Se ha buscado la sencillez, a pesar de que la planta no impresiona como algo elemental, sino que tiene un cierto grado de elaboración.


Los techos son casi planos, con una escasa pendiente, suficiente para drenar con suavidad los sustratos que nutran las cubiertas verdes. Los muros exteriores, son de adobe doble, técnica que resultó muy adecuada en otras edificaciones que se han hecho en el área y que asegura la necesaria inercia térmica en un sitio en el que las variaciones térmicas (tanto en un día como en el año) son muy pronunciadas.


Las fachadas presentan bastante movimiento, alejándolas de la forma geométrica pura que habría resultado quizás algo monocorde. La imagen muestra un sencillo rendering de estudio correspondiente a la primera versión, de una planta sola.


 

Gracias por leer este blog de Bioaprender.

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Un abrazo.

Carlos Placitelli

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